Benares increible

En nuestro viaje de dos meses por la India pasamos por una gran variedad de paisajes y escenas; Montañas, selvas, desierto, templos, castillos, caos y tranquilidad. De todas las ciudades y poblados que conocimos de este diverso e increíble país, hay una ciudad que se destaca por sobre el resto. Varanasi o Benarés tiene sin dudas algo particular que la diferencia de otras ciudades de la India y del mundo. La ciudad es antiquísima, fue fundada en el siglo XI a.c y era un centro comercial en el cual se confeccionaban artículos de seda, perfumería y marfil. Poco a poco la ciudad fue tomando relevancia comercial y religiosa. Es a pocos kilómetros del centro de la ciudad donde Buddha dio su primer sermón, enseñando así las cuatro nobles verdades del Budismo. Por otro lado para el Hinduismo hay 7 ciudades sagradas, siendo Varanasi la más santa de ellas. Cada día llegan miles de peregrinos a rezar en sus templos, a acudir a ceremonias de cremación o a purificarse en el río Ganges. Esta ciudad es también hogar de prestigiosas escuelas religiosas y artísticas. Esta descripción suena muy bella pero en Varanasi conviven todas las realidades de la India, no solo el misticismo es protagonista acá sino que también el caos, la suciedad y la pobreza. Nuestra llegada a Benarés fue un gran ejemplo de esto. Escupidos del micro poco después del amanecer nos encontramos en una bulliciosa terminal. Teniamos solo la direccion de un hostel que nos habian recomendado. Ya estábamos acostumbrados, si es que uno se puede acostumbrar a ello, a regatear con los choferes de Tuk-Tuk. Este regateo implica discutir y a veces forcejear, con 5 o más personas a la vez y terminar optando por el que más confianza nos inspira. Una vez arriba del Tuk-Tuk nos tomó como una hora llegar a destino, el hostel era nuevo y nadie lo conocía. Ubicarse con google maps en Varanasi no es opción, sus laberínticas callejuelas no están bien mapeadas. Finalmente el chofer nos dejó lo más cerca que pudo y comenzamos a caminar, para nuestras suerte el hostel había dejado señales que indican el camino. Las seguimos durante 15 minutos equivocándonos y volviendo sobre nuestros pasos, algunas señales eran confusas o estaban escondidas, parecia una búsqueda del tesoro! El esfuerzo dio sus frutos ya que el hostel era un verdadero oasis, atendido por su dueño quien nos supo recomendar buenos lugares y organizar excelentes actividades! El primer día en Varanasi fuimos en busca de lo más famoso de la ciudad, los Ghats de cremación. No fue morbo sino que, por más duras que sean estas ceremonias constituyen un pilar fundamental de la religión Hindu y estábamos en la india para conocer y comprenderla. Luego de varias vueltas llegamos. El lugar estaba saturado de humo y personas. Cánticos, flores y madera se mezclaban frente a nosotros creándonos una confusión entre colores y sonidos, invadidos de hollín.

Observamos de lejos tímidos aun, lo que menos queríamos era estorbar o incomodar a quienes velaban a un familiar. Pero esto es la India y quien conoce a sus habitantes sabe que lo que sucedió a continuación es de esperar en este país. Una persona se nos acercó y nos comenzó a hablar en inglés, nos contó que estaban velando a su madre y nos invitó a acercarnos más a donde ocurría la cremación! Bajamos las escaleras del Ghat hasta estar a orillas del río. Allí conocimos a su padre, él nos señaló en qué pira ardia su esposa y nos explico un poco lo que sucedia allí. Hasta el dia de hoy nos llama la atención con cuánta naturalidad este hombre nos compartió su cultura mientras cremaban a su esposa. El vestía una harapienta túnica blanca y llevaba la cabeza completamente afeitada, ambos símbolos de duelo. Nos contó que estaba con sus dos hijos y que habían venido desde lejos para que su esposa sea cremada en Benarés, los Hindúes creen que esta ceremonia en este lugar específico logra romper el ciclo de reencarnación y permite que el alma del difunto ascienda directamente al cielo. Mientras charlábamos con este hombre había cremaciones que finalizaban, consumida una vez toda la madera las cenizas eran tiradas al río. Esto daba lugar al comienzo de otra ceremonia, este ciclo se repetía continuamente: Una caravana de hombres entraba a los ghats cargando un cuerpo. El difunto estaba envuelto en mantas anaranjadas y cubierto con flores amarillas. Una vez depositado el cuerpo en una pira de madera el deudo más cercano daba vueltas a la pira para luego encenderla. Luego de hacer esto el deudo se retiraba a un costado y el fuego era manejado por las personas indicadas, quienes tienen por trabajo el armado y el manejo de las piras funerarias. Después de un rato decidimos retirarnos, era suficiente. Creemos haber comprendido que la muerte para los Hindúes no es algo privado sino que este ritual es compartido con cientos de extraños. También entendimos lo sagrado que es el río Ganges, nos enteramos que es normal que muchas personas vayan a la ciudad cuando son viejos para morir allí o si la familia es adinerada es capaz de recorrer cientos de kilómetros en un micro con un muerto en el techo para que este finalmente sea cremado en la ciudad sagrada. Al día siguiente agobiados aun por las escenas del día anterior, conocimos el templo Shri Kashi Vishwanath. Este es el más importante de la ciudad y está dedicado al dios Shiva. Habíamos visto grandes peregrinaciones y devoción en otros templos Hindúes pero este superaba, por lo menos en número de fieles a los otros. Había por lo menos 20 cuadras de cola para entrar a rendir tributo a los dioses que moran en el templo! a los extranjeros los dejan entrar solo a una parte del templo y sin hacer la fila, así que pudimos echar un vistazo. Por la tarde fuimos a Sarnath, lugar donde Buddha enseñó su primera lección dando nacimiento al Sangha -comunidad de monjes budistas-.

El lugar es un bello sitio arqueológico rodeado por muchos templos de distintas ramas del budismo. Un paseo por estos templos es como saltar de un país asiatico a otro, ya que cada templo está construido con la arquitectura distintiva de cada rama budista. Nuestro ultimo dia en la ciudad sagrada, que también fue nuestro ultimo dia en el país, fue increíble! Nos levantamos antes de que salga el sol y tomamos un bote que nos llevó río arriba. A los pocos minutos desembarcamos en un alejado templo. En el presenciamos un Aarti, Habíamos estado ya en ceremonias como esa pero siempre al atardecer. Comprendimos que las multitudinarias ceremonias del crepúsculo son mucho más ruidosas y enérgicas que las de la mañana. A ellas acuden menos fieles y los rituales se suceden a un ritmo más calmo. Una vez terminada la ceremonia dimos un mágico paseo por el río más sagrado del subcontinente. El astro rey hacia su primera aparición del dia a nuestra derecha, se mostraba imponentemente rojo mientras teñía el cielo con fulgores anaranjados semejantes al color de los atuendos de los Sadhus y Brahmanes. A nuestra derecha entre la neblina apareció la ancestral ciudad a orillas del río. Su fachada vista desde el río es una imagen conmovedora; Primero están los Ghats en los cuales los fieles se purifican desde temprano, arriba de estos casas y templos emergen continuamente como si fuesen solo una construcción. La imagen es coronada por las simétricas torres que se exhiben en los templos, dotándolos de una belleza sin igual. Al día siguiente partíamos rumbo a Nepal y luego de dos meses en la India había una cosa que nos quedaba pendiente, nos estábamos por ir del país sin haber escuchado un concierto de Sitar. Le comentamos nuestra inquietud al dueño del hostel donde parábamos, a ver si nos recomendaba un lugar para poder escuchar las tan deseadas melodías. Nos dijo que nos quedemos tranquilos que esa misma tarde iba a organizar un concierto en la terraza del hostel, parecía inverosímil pero decidimos creer en él y confiar que el concierto se daría. Ahora el sol se ponía, rojo entra neblina o smog y los colores del dia se iban apagando, veíamos esto desde la terraza del hostel. Minutos después de la puesta del sol en un pequeño escenario montado ese mismo día aparecían dos hombres jóvenes vestidos con holgadas prendas típicas. Uno tenía en sus manos un gigantesco Sitar mientras que el otro entre sus piernas sostenía un par de Tabla - especie de tambor-. El concierto duró más de una hora y fue literalmente alucinante. Ritmos y melodías completamente extraños a nuestros oídos nos envolvían. Furiosamente la música iba in crescendo llevándonos a psicodélicos clímax para luego volver a amansarse. Así nos despedimos de Varanasi y de la India. Sin dudas tanto el país como la ciudad que lo resume no son para cualquiera, pero para quien pueda comprenderlos y bailar a sus ritmos India y Varanasi quedarán enclavados siempre en su corazón.